Cómplice del amor.
Por Javier Gamboa Panevel.
06-05-2016.
La sombra de aquel árbol era humilde.
Su ancianidad apenas le permitía,
Poseer muy pocas hojas en sus escasas ramas.
Árbol al fin, dispuesto a darlo todo
Nos protegió de la inclemente lumbre.
Testigo fue de nuestro juramento;
Aquel en que nos prometimos amor eternamente.
Al viejo pareció alegrarle la promesa que hicimos
Y al día siguiente tenía vivos brotes.
Nos cobijó nuevamente en su sombra.
Al árbol se mecía y gemía de alegría…
Cuando volvimos alfombró con flores
El piso, para que ella pasara
Cómplice con la brisa nos lanzara
Sus flores exquisitamente perfumadas.
Mil veces nos besamos y abrazamos…
Con nuestro niño de la mano; caminando
Fuimos a visitar a nuestro árbol…
Tristeza…llanto, condolencia.
Y con lágrimas que ocultan los pesares.
Nos abrazamos al inerte árbol…
¿Por qué lloran, mamá? –Preguntó el niño—
Desató el sollozar el nudo que oprimía la garganta.
--Hijo mío—Se ha ido Nuestro Árbol-