Que rubor en su carita,
en sus labios gran temblor
tenía extraño fulgor
su sonrisa tan bonita.
Que inocencia en su mirada
su voz mostraba temor
nada sabía de amor
y su frente estaba helada.
Temblorosa y palpitante
esto es pecado decía,
el deseo me envolvía
y ella estaba jadeante
Mis labios iban quemando
con besos su piel morena,
apasionada y serena
muy tierna se fue entregando.
La timidez que al inicio
demostraba con recelo,
cuando le rasgué su velo
olvidó todo prejuicio
Cuando le llegó el orgasmo
bello suspiro exhaló,
de mi cuello se prendió
y se lleno de entusiasmo
Dormida se fue quedando
con ternura la observaba,
en lo mucho que me amaba
yo me quede meditando.
En su sonrisa apacible
de un ángel había el gesto,
a adorarte estoy dispuesto
dije en murmullo inaudible.
Cuando sus ojos se abrieron
ella dijo susurrando:
yo quiero seguir pecando
tus caricias me prendieron!!
Autor: Aníbal Rodríguez.