Oh mi querida enemistad
ya me vas atacando de nuevo
Justo cuando ya me había convencido
De tu ireleváncia
Apareces, y robas
y destrozas, y violas, matas
toda esperanza
Ya, justo cuando iba a quemar los papeles
Iba a dejar las cenizas quemarse y morir
y apareces, derramando agua en la hoguera
Y me dejas aquí, parado, en silencio.
¡Te odio!
Por inoportuna
Y a la vez, tan esperada
Apestas a rosas y apestas a cielo
A algo que me tiene tan asqueado
que ya no puedo evitar oler.