Me procuraron un día,
para amarte.
Al amanecer sentí
en mis nacientes pasos
que a ti llegaría.
Me dieron un sol
para mirarte.
Entre el astro y mi sombra
resplandeció tu cuerpo.
Me obsequiaron una tarde
para pensarte.
Y mi deshecho cuerpo
murió en tu regazo.
Me cedieron una noche
para marcharme.
La incierta partida
es luna densa, pléyade oscura.
Me confirieron una vida
para una muerte.
Entre la una y la otra,
la eternidad de tu belleza
proclama mi alegría.
Me agraciaron un día
un día de tu vida.