Cual bella flor, tus manos me han seducido
con tanta pureza y delicadeza.
Son aquellas flores que tienes por manos,
las culpables de mi locura y mi soñar.
Bajo la brisa matutina recuerdo aquel mágico día
en que aquellas flores erizaron mi piel
al recorrer todo mi cuerpo tocando las fibras de mi alma
y cual niño deseoso de una golosina, yo las anhelo.
Si Dios creó la pureza, tus manos son ello,
agraciadas y finas son aquellos dedos que
me han tentado y me han enamorado de
aquellas flores que tienes por manos.
No hay momento que no recuerde
aquel acariciar de manos cual seda
por la piel y la vida que emanan
reverdecería mi seco jardín.
©Antonio Quesada Espinoza. Todos los derechos reservados.