Hay almas nobles y risueñas
que van germinando vida,
haciendo crecer entre campos yertos
y cielos de tristeza,
sonrisas de fuego y alegría
capaces de vencer a las lágrimas.
Hay almas viles y mezquinas
que se visten con disfraces
para tratar de robar tesoros
en la bondad de las otras,
y después humillar a las cándidas
con grupos de su misma calaña.
Hay almas apáticas y desidiosas
que juegan a tener dos caras,
pero al ser capaces de mostrar
su lado más sombrío,
no acaban siendo más que plomo
opaco e infame
forjado en las mismas fraguas
de traición y maldad.
Y entre jardines de flores marchitas
por cenizas de mentiras y engaños,
un día encuentras ese alma sincera
que abrace la tuya,
y os aísle eternamente en la única luz franca
en medio de cientos de velas.