No quiero, no
que tus lágrimas
naufraguen mi barca.
Ya el sol seca
el camino
y polvo serán las pisadas.
No quiero, no
que tus palabras
se monten en renglones.
Déjame ir, sin más
no me sigas
déjame continuar el camino
deja ir mis pies.
El polvo los cubrirá
antes que tus brazos
los ojos
y tu boca
como anochecida sombra
me devore.
Entonces, mi libertad
morirá otro poco
y te seguiré amando.