Hace mucho tiempo atrás pensando en un futuro,
donde la lluvia ya no mojaba mi alma,
pero su lírico sonido abrazaba mis sentimientos,
donde el fuego eterno entibiaba
el dulce torrente de mis azules,
donde las caricias de cálidas brisas susurraban sutiles,
los floridos albores de mi ser,
donde de un frágil cántaro
me bebía el canto de un ruiseñor que,
en sus límpidas alas viajaban incólumes
mis ilusiones,
donde reposaba mi cuerpo
frente a un mar de incontenibles azules,
y mis ojos se deleitaban en el conjuro
de un insaciable ocaso...
allí, justo allí,
vislumbré tu frágil silueta,
tan frágil y delicada cual sonrisa de un ángel,
me deslumbró ver tanta belleza,
la que silente se acantonaba
en el suspiro de mis entrañas.
Con tu triste mirada a mí te acercaste
como una quimera que atisbada, se sonrojaba.
Extendiste tu mano blanca como capullo de nieve,
mas, ardiente como lava cuando la mía te sostuvo.
Una sonrisa y un beso fue nuestro sutil comienzo.
Caminamos sobre las aguas que frescas bañaban nuestros sentires,
con nuestros ojos abiertos
a la soledad que se nos despintaba,
abriendo un camino eterno al blanco amor que ambos soñábamos,
tan blanco como nuestra misma calma,
renaciendo sin sombras en nuestras tórridas almas.
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
- Argentina - 31-07-2016
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