Diaz Valero Alejandro José

La niña de colores (cuento)

 

Paula era una niña que amaba los colores. Para ella una caja de creyones en sus manos era un hermoso espectáculo. Le fascinaban las frutas, ¡claro! como veía en ellas los colores, igualmente la atraían.

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Dicen en el pueblo que Paula era una niña mágica, que era hija de la primavera y del arco iris, debe ser por eso que amaba los colores.

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Paula era muy feliz en días lluviosos porque podía ver el arco iris con sus franjas de colores derramados en el cielo. También lo era en tiempos de primavera porque se deleitaba con el colorido de las flores, claro que también le fascinaban sus olores, pero hay que admitir que eran los colores lo que ella más admiraba de las flores.

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Cuentan que una tarde Paula se fue por un camino recogiendo flores de muchos colores, y cuando logró reunir un hermoso ramillete, se fue lejos a jugar con el arco iris, el cual usó como cuerda para saltar. Los encargados de hacer girar la cuerda fueron dos angelitos que eran sus amigos de siempre.

 

Esa tarde en que Paula saltó la cuerda de colores con un ramillete de flores en sus manos, hubo lluvia de flores, pues en cada salto que daba se le iban cayendo las flores una a una y fue formando entre las nubes una hermosa lluvia de colores, no con gotitas de agua, sino con pétalos.

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Otros dicen que Paula no se fue por el camino, dicen que se quedó en el jardín pintando flores y mariposas para que se vieran más coloridas. Dicen que también coloreaba  a las abejas,  a los pajaritos,  a las libélulas,  al sol y a los crepúsculos entre las nubes en las tardes de verano.

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Otros dicen que se fue al campo a pintar las frutas para que con su bello colorido puedan  provocar a los niños a comerlas. Mangos amarillos, fresas rojas, piñas anaranjadas, verdes limones, uvas moradas; todas sonreían cada vez que Paula las pintaba porque se sentían como señoras maquilladas listas para salir de fiesta.

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Muchos han visto a Paula, en las tardes soleadas elevando un volantín de colores, acompañada de flores, pájaros y las mariposas, llenando de colores la quietud de la tarde.

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Por eso nadie sabe dónde está Paula, todos ven sus obras pintadas y saben que ella está entre nosotros, en las frutas, en el jardín, entre las nubes y en cada rincón del mundo donde haga falta colorear la vida… Allí estará la niña Paula aunque no la veamos. Allí está la niña de colores, la bella  hija del arco iris y de la primavera.

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Autor: Alejandro J. Díaz Valero

Maracaibo, Venezuela.