El hombre es un ser inacabado. Es conveniente y hasta posible pensarse en el amor como quien da lo que no tiene a quién no es. En este respecto, una relación de semejante insuficiencia, una relación tan llena de faltantes, supone dar lo no recibido para recibir lo no dado. He aquí la precariedad que nos constituye.
No seremos mientras no estemos no vaciados de faltantes. Cuanto más incompletos estemos, menos no seres seremos.
El que no deja de no tener es incompleto, porque no cesa de no inscribirse en un incesante no dejar de no terminar de no ser.
Amar parece ser la gran encrucijada del deseo a dúo de no cesar de no ser no deseado.