No puedo decir; que me
Gusto desde momento que la vi,
Mas sin embargo debo afirma
Que su dulce mirada e inocente sonrisa
Y esa ternura que brota de su alma
Fueron los motivos y las causas
De habedme ilusionado.
Y solo puedo escribir de aquella tarde
Que la conocí; que no me cansaba de mirarla
Mirarla y observarla
Era para mí
Estar viendo el paraíso.
Que me encantaba mirarla distraída
Que visitaba el cielo cada vez
Que miraba sus ojos
Que adoraba sus lunares
Y su cuello me parecía el paraíso.
Que era imposible no desvelarse
Mirado sus ojos;
Eso ojos que al mirarlo
Era como estar viendo
Dos luceros que iluminaban en la oscuridad.
¿Y qué te escribo de su bella sonrisa?
Esa sonrisa que embellece su alma
Esa que hermosea su rostro
Esa que a verla sonreír era como si sintieras
La alegría de todas las flores del mundo.
No solo tienes la belleza física
También llevas contigo esa belleza de alma
Esa que se refleja en tu rostro
Y se da a revelar o se hace manifiesta
Al momento que sonríes.
Que quizás tanta hermosura se debió
En aquel momento que Dios le estaba creando
Y se le pasaron las cantidades
Exactas de amor y belleza
¡Oh Dios solo quería presumir
¡La belleza de un ángel aquí en la tierra!
Y solo me cuesta decirte
Que no quiero que cambies;
Pero si quiero que crezcas
Y seas mejor cada día.
Quiero que alcances tus sueños
Te respecto, confió en ti
Y te admiro por la gran persona
Que eres.
Esa belleza está sellada en tus ojos.
Pues es ahí donde está la entrada a todo
y que escondes al bajar la mirada.
Un sello claro, con un tesoro infinito.