chapolas aladas:
Si es que en alta noche los cristales
despiden bruscos rechinidos,
es porque las ánimas errantes
velan a los recién dormidos.
Cuando el silencio nocturno impera,
por las calles vacías flota,
una procesión de almas en pena
de cuya entraña el dolor brota;
Discurre la arrepentida madre
mientras sostiene un crucifijo
para calmar el dolor constante
de haber estrangulado a su hijo;
El ser que a su esposa ha acuchillado
Se pasea llorando penas,
detrás de todos, desconsolado,
mientras aún sangran sus venas.
Al retrato, en la pared colgado,
ya no se acercan las arañas,
pues cuando nadie lo está mirando
proyecta imágenes extrañas:
Del hombre que en su hijo siente, mudo,
cómo el corazón le palpita,
mientras la madre entre tierno arrullo
le lee la caperucita;
De la sangre en el suelo dispersa
que se unía entre las baldosas,
Formando por las estrechas grietas:
tenues figuras cuagulosas,
Y de las tres almas que transitan
por los desolados hüertos,
entre los espíritus suicidas
y entre parricidas muertos.
Cuando el silencio nocturno impera,
cuando la sombra todo abriga,
el desfile de almas se libera
y pernoctando se castiga.
Si es que en alta noche a los cristales
pueblan ruidos alborotados,
estarán las almas inmortales
peregrinando sus pecados.