SI NO ES QUE DE ADORARTE
Te reflejas tú, en el cielo
y la noche canta a alborada
y tú te aclaras,
una rosa abre una cascada
y el relente te acaricia,
pero yo sabía que tú
ya habitabas las nubes
y que sin subir subes, subes
en el capitel dorado
de este corazón enamorado
y en un tirabuzón que pende de la luna
bajas para calar el hálito
en el bardo que en la tierra
yace desvaído
porque tú estabas
reflejada en el cielo.
¿Qué manos te señalan?
¿qué voces han de clamarte?
¡qué rabia! ¡rayos! ¡rayos!
Entera te desvistes en el prado de la ausencia
y a no ser por tu presencia en el recuerdo mismo
que ausente te presenta
y me dice que estoy vivo
aunque parezco muerto.
¿Qué manos te señalan?
sino las mías
¿qué voces han de clamarte?
sino las mías.
Y qué mente ha de pensarte,
si no es que de adorarte
perderte no concibo.
Lebusla
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