Una madrugada fresca
observé un capullo brotar,
germinó de un arbusto putrefacto
y sus botones pudieron brotar.
Y al inhalar la blanca rosa
empezó a desarrollársele el amor
a la dueña de la mata solitaria...
que no había conocido el clamor.
Besó sus labios los pétalos blancos,
soltando... sustancias balsámicas
en este precioso mes de Abril
transformando la sangre de la dama.
¡...Pero...a horas poco avenidas
su flechado... partió del lugar
dejándola sola y, entristecida
sin ningún amor y, sin a quien amar!
La cortesana empapó nuevamente,
limpió bién y abonó bien sus raíces,
de nuevo florecieron los tallos,
blancos capullos esos días gentiles.
La cortesana se volvió a enamorar
otra vez de un bello caballero
que pasó de nuevo a la alborada
y, la hizo sonreír de nuevo.
Autora
María Luisa López Pisú