Déjame saber qué piensa tu boca al besar mi hombro,
porque cuando mi hombro besa tu boca,
se tirita hasta ebullir mi razón.
Quiero saber que piensan tus manos al tocar mi cuello,
porque cuando mi cuello toca tus manos,
se emana un escalofrío efímero que necesito volver a sentir.
Quiero entender por qué a tu nariz le gusta tanto mi cabello y
por qué a tu voz le gusta acelerarme el corazón.
¿En qué momento te tornaste azul químera?,
porque ahora eres el brebaje que erradica mi serenidad,
y me hace sucumbir a ti.
Agosto, 2016.