¡Tres, las palabras viejas! ¡Amor, muerte, partida!
¡Ay! ¡Todo en el tiempo se termina alguna vez!
¡Se murió el amor! Sin un quizás, sin un tal vez...
Feneció el amor y el alma es pena anochecida
Innegable… tal, como es vivir, como es morir
así es que partí con un adiós y rauda prisa
Con los labios despojados de toda sonrisa,
mis ojos viendo lo que no puedo describir.
Tu mirada como ruego y tu rostro inmutable
Y no sueltan palabras tus labios silenciosos.
Tengo el alma vencida y el corazón lloroso
¡Amor…muerte… despedida...! Cosa miserable
Mi alma sucumbe con esas tres palabras viejas,
¡Amor... muerte... ! Y allá la desgraciada partida
Añejo, como el tiempo y la tierra enrojecida.
Entre la noche y el alba un lecho vacío queda.
Cual pitonisa del oráculo de ese tiempo,
sabía que asistiría a la agonía lenta
de esa dicha vana más leve que el aliento.
Mis pupilas ahogaron una lágrima cruenta.
Se murió el amor, se murió entre polvos de abismos.
Como todo en el tiempo, solo el tiempo es eterno
Oh Amor!, ¡Amor! me dijiste y soñé, que era eterno.
Lento es el olvido muriéndose en el mutismo.
Lento se fue mi cuerpo, de despojos ungido,
Mis labios ahogaron un gastado lamento
¡mi voz se hizo eco, muriéndose allá en el olvido!
Nelly h
03/08/16
Argentina