Con el corazón pasmado,
con evidentes consignas,
con petulantes motivos,
y con la racionalidad afilada;
queremos como un mal necesario
con absorbentes ferocidades,
con estimulantes alevosías,
con chuchumecas anestesias,
y fiadores para la deshonra;
acudimos pronto a amarnos
con la sangre encalambrada,
con codiciosos abrelatas,
con dispendiosas brujerías,
y con las navajas de la sensatez;
nos queremos más con maña que con fuerza
con esponjosos atributos,
con alentadoras traiciones,
con exuberantes narcóticos,
y con todos los rehenes encañonados;
acudimos desesperados a amarnos
con la piel migratoria,
con ojerosos edredones,
con primorosos chalecos antibalas,
y con los periódicos leídos de la madurez,
amamos sabiendo que hay gato encerrado
con monetarios espejismos
con cursis y copiados poemas
con las flores de los buitres
y con todas las poleas de la prevención;
acudimos entusiasmados a amarnos
haciendo uso de la fuerza,
perversos en las propinas,
nunca dando la otra mejilla,
desconfiando hasta de la propia sombra,
siempre guardando algo para sí,
siempre esperando lo peor,
durmiendo con un ojo abierto,
camuflados en los lirios de la inocencia,
y haciendo morder el polvo;
amamos sin mostrar los sentimientos,
porque a donde menos se piensa salta la liebre,
porque tenemos el corazón de cemento
y el amor es siempre un desconcierto.
JOHN WILLMER