mi vocación siempre fue amarte,
nacer, crecer y amarte,
seguirte los pasos,
abrir los ojos y tener ese habito
de quedarme soñando despierto
contigo por un rato,
la luna, las noches, las tardes,
antes que yo sabían perfectamente
que tomaría sus lugares como escenario,
para nombrarte, para llorarte y reírte.
me gusta coleccionar ojeras
que lleven implícitos a todos
mis pensamientos nocturnos,
pensamientos donde apareces
centellante,
clara como una luz blanca que ilumina
todos los caminos oscuros de mi mundo,
tengo la tendencia a mirar al cielo a veces
estrellado, y abrazarme las rodillas,
de pronto acariciarme un brazo,
y decir en voz baja:
-hay! si tan solo estuvieras a mi lado.
en fin, mi afición es ser tu amante,
el que cuando parta, y este lejos
por intervalos de tiempo,
te deje en el pecho un hueco inllenable,
y a su regreso,
se encuentre con la sorpresa de que tu
a mor ya se ha vuelto interminable,
siempre fue mi destino amarte,
mi corazón estuvo condenado a eso
desde que tu lo miraste.