A esta hora escribo,
escucho la lluvia
y recorro tu presencia.
A esta hora también las ausencias
acarician mis hojas otoñales.
La lluvia enloquece mis instintos
mis manos sensibles
aletean los latidos cotidianos.
La lluvia lagrimea mis nostalgias
y me riega de pureza plena
intacto de sueño,
virgíneo las huellas del ocaso.
A esta hora escribo y reescribo
los nombres de poetas anteriores
que abrazan palabras en hojas de hierba.
A esta hora cada gota se pasea por
mis calles, por mi barrio
por mi casa.
Te miro encendiendo la noche
como cada día lo haces,
te veo a la luz del fogón,
ese fuego que se mantiene
y nos envuelve.
Con lentitud se consumen
los trozos de madera,
el calor se expande
mantiene nuestros cuerpos,
y el otoño marca su huella
regando los caminos
de ojos amarillos
y se viste de lluvia
para lagrimear nuestras nostalgias.