Para Daniela...
Volviste a mí… nuevamente,
Como rocío sediento de flores nacientes,
Como vuelo golondrino de aves perennes,
Como promesa enamorada, ante luna clemente.
Han vuelto tus sonrisas y tu grácil mirada,
Tus cabellos lisos como suave almohada,
Y también tu piel amable,
Que dulce y atesorada,
Luce blanca, y tan enamorada.
Me importan los recuerdos,
Que en mi memoria se anidaron,
Aquellos que te guardaron,
Cuando tuviste tu partida,
Me importan los recuerdos
De tu palabras y de tus risas,
Y en el llanto de mis ansias,
Recuerdo con añoro,
Tus palabras en premisa.
Has vuelto como lluvia, a tierra casi olvidada,
Y has bañado con tus mares, una costa alejada,
Has vuelto, como aire fresco de primavera,
Y como suave murmullo, de flores enamoradas.
Has vuelto como música, que mi alma no escuchaba,
Y como palabra sonriente, en los labios de mi amada,
Has vuelto como brisa, que a mi cara refrescaba,
Cuando en silencio te lloraba,
Mientras tu ausencia me mataba.
Volviste a mí… como palabra,
Y como sol de cada mañana,
Como luna blanca, en una noche apagada,
Como fresco aliento, de dulce vida extasiada,
Cuando en silencio yo te amaba,
Mientras las horas… dormían muy pausadas.
Eres la luz, que perdió toda distancia,
Y el sonido del canto, de un ave muy gitana,
Eres la paz, que anida en mi alma,
Y eres sacramento, que juró una alabanza,
Eres…
Tan sencilla, como el arrullo de un río virgen,
Y quizás… como este pecho,
Donde anidó tu vuelo en calma
Para guardar el sueño, de nuestro amor y de su alma.