Envuelta en nubes de colores
me desperté en un año nuevo,
sabiéndome de disfrutar luego,
de tu dulce boca, los sabores.
Anhelando estoy ese momento
en donde nuestros cuerpos embebidos
de los néctares que, de ambos, han salido
puedan gritar su pasión al firmamento.
Nada es casual, la vida sabe
encontrar las almas que se añoran,
y en las arenas áridas aflora
todo el amor que en una rosa cabe.
Murmullos y sucesos de emociones
se agolpan a las puertas de la aurora,
y son caricias, que fueron otrora,
dulce melodía de bellas canciones.
Ya se apaga el día, las aves se esconden;
partiré sin prisa y en cada mañana
verás mi reflejo junto a tu ventana.
Te estaré esperando, tú ya sabes dónde.
María Elena García Giraldo (DR)
09/01/2015