Entre brumas de silencio una silueta miraba
y cuenta no me daba que me estaba siguiendo.
Cada vez que caía amarraba mi mano,
me sostenía mirando, con su infinita bondad.
Hasta que un dia, me miró a los ojos,
y por esos rayos divinos me dejé llevar,
llegué a su alma, tranquila y sencilla,
me quedé prendada de su humildad.
A veces no nos damos cuenta,
que la vida da muchas vueltas
y las cosas buenas, las debemos tomar,
me cobijé en sus brazos, bebí de sus labios,
con ternura plena y mucha lealtad,
las brumas se fueron, salió el sol radiante,
se iluminó mi vida, terminó la soledad.
Me dió lo que nadie me había dado,
me vió como nadie me habia visto jamás,
me regaló su vida, su bonomía,
y conmigo siempre...se quedará.
Prendida a su dulzura despojaré mi alma,
de toda duda, de toda falsedad,
solo este amor sencillo, tan dulce y tierno,
Dios es testigo, de nuestra lealtad.
Maria Hodunok.