Yo sé que vas caminando sin mirar atrás,
sobre aquella larga acera que se muestra.
Sé también que contigo llevas al olvido,
y que nunca lo dejarás a un lado.
Llevas contigo también un gran vestido,
vestido de las sonrisas que te regalé.
Y a veces, en la noche, se tornan en tristeza,
puesto que un gran lazo conmigo llevan.
A veces paras a descansar un momento,
y tomas de la misma manera el café.
Y yo me siento a esperar a que vuelvas,
aunque nunca lo vuelvas a hacer.
Pero, a pesar de todo, vuelves a caminar,
y yo te sigo aunque no lo sepas.
Y aunque tu mano se dirija a otro lado,
yo, a pesar de todo, te sigo anhelando.