cardenal

Naves Rotas

Llegaste tarde, no te esperaba en el otoño de mi vida.
Quemé mis naves ajadas por el mar, dolidas de batallas,

heridas en su casco, velas hechas jirones, sin timón, ni timonel.
Oyendo el crepitante sonido de las brasas, tu voz me llegó hasta el alma,

atravesó mi espíritu, se hizo carne y habitó en mí.
Compartimos mil historias, mil miedos, nos hicimos el amor, hasta el paroxismo mutuo.
Tú fuiste mi bajel nuevo y lo arrojé al mar, para que las olas grabaran tu nombre en él.

C@RDENAL