Echo de menos los limpios torrentes,
y los siempre confiados peces,
también recuerdo las juveniles mentes,
aunque eso, no volverá por mucho que reces.
No quiero ser esclavo de la ruina,
nacemos para ser libre del yugo,
quiero la flor, más rechazo la espina,
no soy guerrero, pero no me arrugo.
De la música quiero la guitarra,
porque ella sola habla,
y me evoca fiestas en los corrales.
Dueña del silencio como la cigarra,
suenan los tacones en la tabla,
así se alegran los gitanos cabáles.