Si el corazón se aburre de querer, ¿Para que sirve?
Mario Benedetti
¿Porqué no dejo de buscarte?
Miento,
para que pretender categorizarte.
Dí a día aprecio tus imágenes,
se ven frías, estáticas,
ilusorias,
distantes.
Hay una determinada lejanía
que
cada vez más demuestra su absurdides.
Camino
entre laberintos, callejones,
avenidas.
El frustrante placer de
atropellarme por acción del azar
con tu cuerpo.
La vida;
una malla de pesca,
difícil, cruel, enrredadiza
como tu cabellera,
como Tu.
¿Porqué te escribo?
Pregunta mi conciencia.
Hay un temor,
un miedo infantil
que cruje,
oprime
mis huesos
como un martillo a la roca del escultor.
Un arrebato de nervios al imaginar
tu ser.
Desvelo.
Insomnio.
Gajos de ojeras.
Divago en las noches,
profundas,
oscuras,
ansiosas de ti.
Eres material onírico;
eres física en mi piel.
Estos labios rememoran el dulce
pacto con los tuyos.
Sí,
aquella tarde dorada,
naranja de listones
rojizos.
Tiembla mi rostro.
Se dilatan las pupilas.
Se acelera el respiro.
Caigo.
Desdeño
la realidad.
Es ambigua, anacrónica,
vacía de contenido,
miserable de forma.
Un soñador sin sueño,
un pintor sin pintura,
un trovador sin voz, un poeta sin inspiración.
Yo,
Tú,
nosotros.
Lee,
internaliza,
argumenta,
interpreta.
Olvídalo
o aprópialo.
No más palabras,
no más esteticismo.
Esto, soy sin ti,
esto,
ha nacido sin ti.
Eres un fantasma
que busco tocar todas las noches.
Claro
yo tan ateo.
Cada vez es más difícil,
“imposible”.
Cada alba nos perdemos
más, más
y más.
Orgullos,
complejos,
[condicionamientos
opinión pública
etcéteras.
Malditos todos sean.
Wiston Llovera