Nunca me sentí adecuada.
Cada ruptura era una pesadilla
pero también un alivio.
Cada quien tuvo que lidiar
o convivir con mis ganas
de evadirme de la vida,
de encontrar consuelo.
Y cada quien habrá pensado
si acaso tenía algo de culpa.
Mientras tanto
yo buscaba razones
en mi solitaria infancia,
en mis raíces,
en ese gen infeliz
que me amenazaba.
Y cada vez sentía
que me arrancaban
un brazo, una pierna,
todas mis almas;
y que gritaba
un enano en mi pecho
pero nadie escuchaba.
Y ahora,
que me preguntás
si soy infeliz,
es justo cuando puedo decir
que no me duele,
que jamás me atormentaron
las circunstancias
-ahora lo comprendo-
quien me atormentaba
era yo misma.
Me dolía ser ésta
que hoy te lleva a preguntarte
si necesito escaparme,
si no tengo suficiente,
me atormentaba
ser este \"yo\"
que hoy parece infeliz
aunque no lo sea,
que sella los labios
mientras el tinto
dibuja aureolas en su lengua
y se divaga
con sus pensamientos tontos y supremos
-en esta isla rodeada de \"roabastos\"
y de tantas miserias-.
Y hoy me duele ser este \"yo\"
porque sé que no te gusta.
Y no sé
-no sé-
si deseo mutar en otra,
aunque sé
-sé-
que haría eso y más
porque te quedaras.