Suéltame, déjame ser, déjame volar de este amor tan efímero
que he creado a punta de tus ilusiones y de promesas absurdas
promesas que no pretendes cumplir y que yo, ya no pretendo esperar.
Siempre pensé que cuando me mirabas a los ojos y veía que
brillaban como dos luceros en la inmensidad de la noche
era una señal de la infinitud de tu sentimiento y que por
un instante podíamos sumergir nuestros corazones en una eternidad.
¡Vaya falacia la que pensaba!
desde lejos la luna me miraba y a escondidas de mi amigo el sol se burlaba
ella cómplice de tus noches inermes, fuertes y vagas
le sumó a tu engaño un toque más de descepción.