De Gaviota Romero
El silencio de una mariposa
me habló de ti,
sus alas acariciaron
mi corazón dolorido.
Esa linda mariposa, quedó
presa de mi amor.
Ella me consoló, y
comprendió mi dolor.
En una linda mañana,
radiante de luz y sol,
mi linda mariposa,
me dejó por una flor.
De nuevo, otra vez triste y sola
comprendí, que en mi corazón
mi único inquilino era tu olvido.
Tu amor se había marchado,
para siempre, dejándome con mi dolor.
Esperaré la nueva primavera,
quizás me traiga otra flor.
Mientras, no permitiré que el invierno
congele mi corazón.