Me enamoré de una rosa
cuando llegó el arborecer.
Me enamoré locamente de ella
de sus pétalos y exaltéd.
La vi besar el suelo esa mañana,
de aire fréco, de madrugada.
Descenía desde el cielo húmeda
con esencias fragantes, perfumadas.
Su gran coróla suáve, sedosa
cargada de aroma fresco y frenesí,
rozaron sedosaménte mi Faz
enamorándome sin fín.
¡Capullos.... botones de rosas
....bajadas del firmamento!
Dulces... como las alboradas
cargadas de embelésos.
Autora
María Luisa López Pisú