Tantas noches de literatura sobre la ansiedad de entender la locura, tanta expectativa para no cerrar la puerta. La respuesta al fondo de tus pensamientos siempre la tuve yo, sabia de que estabas hecha y quien eras. La escribí sobre mi memoria y por un par de labios rotos exclame una verdad que solo era cuestión de tiempo.
Unos labios que marcaban el límite entre lo ilusorio y lo tangible hasta entonces. Nada rotos esos labios, más bien ya estaban vivos una vez más o al menos al límite de serlo.
Ayer sin ojear ni un solo libro me topé con la locura una vez más, un sinfín de tabacos se hicieron mi compañía siempre en el mismo lugar. -El mar no es el mismo sin sol. La locura no es la sombra de la libertad, comprendí aquel día.