Después que nos separamos,
no cumpliste lo acordado.
Agarraste los corotos,
tanto que me costaron.
Ahora exhibes los cuadros
por mi coleccionados,
mis pintores preferidos,
suizos y venezolanos.
De Roy Baz, el americano,
rememoro y visualizo,
su pintura multicolor,
músicos en concierto
en su máximo esplendor.
Y mis múltiples chinchorros,
de Maracaibo y Tintorero,
de Cumaná y Tumeremo,
aeropuertos de mis sueños,
también desaparecieron.
No es nada material.
Son mis ecos y sentimientos,
épicas, odas y cuentos.
Espejos de mis adentros!
En sí, son las tradiciones,
epopeyas y bendiciones,
que caracterizan mi ser,
mi identidad; mi parecer!
Improntas de mis lides,
viajes y menesteres.
La memoria pluricultural,
entidad propia y peculiar,
que hay que resguardar
en un plano personal.
Prohibido pues enajenar,
transferir y secuestrar,
su contenido inmortal
e imborrable historial.
Más no termino de entender,
este lóbrego desatino,
pecaminoso proceder
al obviar lo que es tan mío,
como mi nombre y apellido.
Siempre la vida es un destino
y a veces un remolino,
que surge en el camino,
y quedas sorprendido
cuando lo pactado
es arteramente corroído.