Despertar con tus ojos pegados a mis pupilas
y tus manos reflejadas en mi cuerpo
desempolvando los momentos íntimos,
anulando el tiempo que ha transcurrido;
evitando que los sueños escapen por la ventana
y regresar en el tiempo el instante que
dispuso perderme de tus gestos angelicales,
atisbar tus dóciles ojos soñolientos por el albor
y tu extensa cabellera vistiendo las sombras íntimas
de tu cuerpo en lúcido abandono de las sábanas,
se ahogó la oscuridad en medio de la alborada,
el gallo canta su oda al silencio del amanecer, ese
amanecer que guardare en la memoria recóndita del alba,
y cada mañana sostenerlas en el silencio de tu mirada.
Rodrigo Rodriguez Figueroa
Colombia
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