En el hueco de tus
manos escóndeme.
Cúbreme siempre con
la luz de tus ojos.
Confuso y con el alma
herida hasta ti he llegado.
Lávame, límpiame y pon
tu óleo en mi cabeza.
Derrama sobre mí el rocìo
de tu presencia y
la lluvia de tu amor.
Revísteme de gozo y
del aliento de tu paz.
Con tu fuerza
guíame por la senda
donde hay agua,
miel de la peña,
fragancia de ti, pan, vino
y el oro de tu gloria.
Hoy ven a mí,
oh buen Salvador.