El hombre entierra al hombre en el
ritual inexistente de una tierra sana,
el agua baña a la tierra en caricias, extasiando
con la acida humedad que cierran sus grietas
desaparece su aspereza; engaña su lozanía,
se pudren las raíces cuando los árboles lloran
bajo la polución de la atmósfera,
echar raíces en esta tierra es un desperdicio,
quedaron lejanas las de mis ancestros
arraigaron las mías en estos lares
se pierden las diferencias y las distancias,
muere en su lecho la cigarra que con
su canto reclamaba el vicio de la lluvia,
muere el animal en la angustiada resequedad,
la tierra reclama un cuerpo…
no lo define… lo traga como una masa,
se encienden los secos pastizales aullando
entre las llamas que la devoran,
se extinguen las especies en puntos inciertos,
quizás con el tiempo sobreviva algún pliegue
salvado del moribundo planeta donde nuestros
hijos maten el miedo de ser enterrados vivos por
las grietas de la naturaleza,
los libros le hablaran de una naturaleza muerta.