Dicen que hay que hacer gobierno, que urge hacerlo, que la desvergüenza mancharía nuestra patria, la bandera, nuestro honor.
Como un insulto a nuestra inteligencia, cuando en realidad nuestra resistencia sería demostrarnos que la paz, lo ecuánime y la medida justa de trabajo y equilibrio entre lo que necesitamos y nos hacen creer, beneficia a unas esferas concretas con prisa por legislar el natural sentido común que no nos dejan ver ni ejercer.
Los gobiernos son la nueva fe, el antiguo pudor pestilente de la ignorancia, su incapacidad expresiva y oratoria, la base de una moral restrictiva.
Yo solo veo el miedo que asoló las urnas de viejos y jóvenes pidiendo la limosna de un futuro cubierto, cierto, un presagio asegurado que no precisa de sus hábitos manchados de mentiras, maldad y perversión sin medida ni lugar para la imaginación de las personas cándidas y educadas en la esclavitud que adoptaron nuestros abuelos y antepasados.
El orden natural se establece en libertad, y ésa, jamás permitirán que seamos conscientes de ella, como así ha sido y será ley, desde que el hombre formó la primera comunidad de convivencia.
Pd. He escrito estas lineas sin pensar, en este instante, con lo que el corazón es capaz de dictar al intelecto.
Imaginen ustedes la capacidad escasa de nuestros gobernantes, necesitados de escribientes y entrevistas pactadas o deficientes para no dejarlos en evidencia. La propia euforia por saber, aprender y meditar lo que no está escrito, es la única libertad que podemos ejercer.