Comer del pan milagroso que resulta esta vida;
degustarlo, sentirlo fibra por fibra hasta el final.
Mangiarlo tan dulcemente como la bella salida
de atravesar la tormenta para encontrar a la paz.
Rezar a la gracia divina de vivir este fenómeno
que importa sangre, huesos, lagrimas y realidad;
creer en lo mas simple como aquello tan sagrado
que nos muestra donde silencio habrá felicidad.
Amar a nuestros padres, nuestros hijos, o novia
llevar ese sentimiento hasta la hermosa amistad;
que sepan que comer, rezar y amar en esta vida
es la fuente, que con el Señor, nos hace caminar.