No para de golpear su frágil cuerpo,
esperando unirse a la luz misteriosa,
brilla en el farol fatigada y pesarosa,
mientras olvida la brisa del campo.
En la ciudad no hay mariposas,
de colores las vitrinas solo adornan,
esos falsos ramos que galardonan,
los deseos frustrados de las esposas.
Si por el jardín veo una,
pena siento y nostalgia
por que solo era una.