Naufragué en este lugar sin nombre
despertando una mañana, antes que el sol
no es un lugar habitual
estas playas, no tienen mar
ni espumas de la resaca
el cielo azul profundo
no tiene nubes ni pájaros.
Me incorporé como pude
y vi un paisaje simple
de arenas blancas, interminables
he caminado y caminado
sin llegar jamás al horizonte.
Soñé dormido y despierto
con hermosas naves
de velas blancas
dominadas por mi mano.
Deseé frutos sabrosos
en una mesa compartida.
Pero en este lugar
el sol sale puntual
para verme envejecer
y por la noche
la luna serena y fría
mira sin ver, mi desgracia.
Un día mientras caminaba
encontré esta botella
y recordé la tradición marinera
este mensaje desesperado, puse dentro de ella
y no habiendo mar, la arrojé detrás de mi
con la esperanza que alguien la encuentre.
Seguiré caminando, hasta llegar al horizonte
donde seguro estaré esperando
al sol, la luna
los manjares compartidos
la nave de blancas velas
y tu mano cálida.