Hector Adolfo Campa

Trajinando reflejos

 

Si me descubres en un espejo hecho de letras, no es para tanto. Un lenguaje es mi rostro, y un léxico mis miradas; la vida es rosa en retórica y en mímesis mi retrato.

Eso sí, escuchar mi voz en el aislamiento del viento y en el flujo de la escarcha es una locura, desde luego. De mi boca salen ecos amorfos de lo que a mi pluma se le escapa por las noches, y nunca encuentran su cristal, sólo tímpano de hierro. Pero, cual estrella, es una luz cuyo fuego por viejo se apaga.

Por ejemplo, ven aquí, sin miedo...

                                     ...silencio, escucha...

                                                              ...ahí, ¿lo percibes?, ¿ese pequeño sollozo de lo que no refleja nada?

Ese no soy yo, es un reflejo de otro tipo, de otra naturaleza y otra voz: aquello que manifiesta el cadáver cuando los gases de la muerte se mueven por su cuerpo. ¿Quién se murió? Yo no, te presto mi espejo donde hallarme es un vívido cuento.