Agosto, día tres…
Es el romance con los ojos pardos
de mi ninfa de abril
¡Mi náyade que se durmió
en los pantanos de los secos bosques!
Ella me mira desde el lecho de los secos bosques,
de las fuentes y sus misterios que me tientan;
pero, no dice nada;
y me aviva la impaciencia que su silencio
es la musa perfecta de los ensueños
¡De los nostálgicos recuerdos!
Y le hablo -no hay ciencia en mis consejos-
voy hasta su silencio;
mas, no dice nada.
Han pasado ya tres noches de embrujos;
aún es agosto,
fecha en que brotan de las ciénagas
mis embolias cerebrales,
mis alergias a los temores
de la eucaristía inquisidora de los templos,
y mis fobias son epílogos de falacias crueles
¡Ah! Mis fobias que no dicen nada.
Pero, ella, la ninfa de los ojos pardos,
sigue pestañando en los péndulos quebrados
de las cañas del pantano donde floreció una rosa…
Agosto está recogiendo sus nostalgias
y la ninfa de los ojos pardos
se ha perdido en los otoños fríos;
dicen que murió de pena y sin más náyades que le amaren;
porque nadie descifró su silencio amante….
Hay en el recelo del pantano del seco bosque, espíritus extraños,
y muchos nidos hilados con plumas de alondras muertas;
pero, mi ninfa ¡mi náyade de los ojos pardos,
se ha ido, a regresar jamás a contestarme
con ese ¡su silencio triste!
03-08-16
12:48 p.m.
AUTOR: Santos Castro Checa
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