Después de haber estado varado
durante luengos años
en una playa desprovista
de colores y sonidos;
ahora despierto en alta mar
con todo mi cuerpo bañado:
de salitre, algas, y muchas plumas.
Mi barco boga libre
no le he fijado un puerto;
cogiendo los cordeles
hago inflamar las velas
dejándolas a punto
cual dos gigantes pechos
dispuestos a estallar.
Sin que yo haga nada
mi barco se apresura
desafiando la tormenta
y allá tras una ola
viene veloz y brillante
un velero que ha visto
la luz que pendía
de mi gastado y viejo antorchero.
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino