Después de mi dolor tu ausencia clama
por mi insensatez...haber perdido
el dulce sabor de tu mirada
en el ocaso de mi noche amanecido.
Todo por la fuerza de mi sino
que quiso anidar mi pecho en la enramada
de luces fugaces que trocaron mi destino
brindándome el dulce veneno de la infamia.
Lloro derrotado lejos de la calma
en que abrazo la ausencia tibia de mi llanto.
Y en la insensata faena que me inflama
te pienso naufragando en mi quebranto.
Fue mi culpa forjada en desencantos
por la obscura vanidad de los reflejos
que me habitan como fuego en los llamados
del deseo que se encarna aquí en mi pecho.
No saber amarte es lo que siento
con la pureza derramada y translúcido
en el amor tan tierno que me dabas
como nunca jamás había sentido.
Te pido perdón por los agrávios
que en mi faena de amar y estar perdido
no supe darte el cielo que buscabas
y eternamente sentirme arrepentido.
LEONARDO HENRRICY SANTIAGO
(Leo Henry)
El recluta de la nostalgia