Levanta mis párpados,
déjame ante las siluetas
de intérpretes exteriores,
déjame ante el murmullo
de sus agitadas palabras,
déjame ante el reflejo
de sus incendios y diluvios.
Pero deja al brillo de mediador
entre espectáculo y espectador:
la superficie iridiscente
embellece el panorama,
y no quiero que una gota,
no quiero que una chispa
rompa mi habitación
de agua con jabón.
Dulce mi imagen
de dos dimensiones,
dulces mis papilas
que se atrofian putrefactas.
Déjame recorrer el museo
haciendo fotosíntesis.