SOL DE GUIRNALDAS
¿Has de ser ángel de la tierra encallada
si del cielo vienes, gran sol, candente llama,
cubierto de incontenible ímpetu
y de rubí alborada?
Tu presencia es de lejos, en la inmediatez te siento,
perenne y caudaloso río, de enraizado numen,
es divina tu preexistencia, que te consiente el manso día
y la luna a ti postrada.
Flagrante en tus veces vienes, millones de esmeraldas
fulguran en tus manos brillantes y pretenciosas
de viento, llano y agua.
Sirenas del desierto te claman, sol de augustos rayos
de provocaciones cálidas y amorfidades serenas
¿tuyo es el pecho erguido y el fuego de tus venas?.
¿Eres autor tú de tus flamas?, ¿eres cautivo de ese rol
que exhibes? ¿Existirá vez que yo te mire abrigando
tu cara de insólito frío y extinga sibilino,
lo inmenso de tu aura?
Prendido de tus hilos incisivos, colgantes de guirnaldas,
-eres fuente de vida; y serás muerte,
cuando en tu ego ardas-.
Lebusla
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