Se abrió el beso
en el recorrido de la caricia
atropellando el desafío
y pude ser yo misma.
Abracé mis delirios
y surqué mi temblor
en la carne del asombro.
Tu voz polinizó con ternura
la tibieza del placer
para llenarla de miel.
Tu mirada, dueña de mi piel,
llenó de audacia mi arrojo
y elevó el sexo hasta la cima
en nuestro nutrido otoño.
Tú eres mi mejor desborde.