En la fría estancia,
dos siluetas recortadas,
no hay miradas,
el silencio observa sentado.
El tiempo transcurre
en conversaciones ajenas
que otros ojos leen
y otras almas sueñan.
La complicidad se escapa
y se queda en ausencia,
la sonrisa es de otros,
esa que la luna la espera.
No quedan “te quieros”
ni caricias sueltas.
El sueño los vence,
la cama está presta,
más no rozan sus cuerpos
pues no se desean,
en la noche, otras pieles
a latir comienzan…