Sin llamarlos aparecen,
a veces no los oigo
ni los veo llegar,
los siento cerca,
siento sus caricias
cuando tiran suavemente
de mis alitas rotas,
facilitan mi paso
alzándome con ternura,
elevándome del suelo,
facilitándome las dificultades.
Sin llamarlos aparecen,
no recuerdo sus cuerpos,
no recuerdo sus voces,
pero reconozco sus ojos,
sus almas puras,
su energía
y su inconmensurable
belleza interior.
Parecen estar atentos
a mi paso,
sin llamarlos aparecen,
aligerando mi camino,
¡ahí están!
Impidiendo mi caída,
aliviando mi dificultad,
suavizando los rasguños
infringidos en mi alma al caminar.
¡Ahí están!
Son mi compañía,
mis ángeles,
mi guardianes,
mis amores,
que hacen que siga sonriendo
a la vida...
que siga teniendo confianza
en la humanidad...
que siga creyendo en la bondad...