Hay que merecerlo
no vale
con apretar los ojos
para soñar
no sirve
hinchar el pecho
para respirar
no es suficiente.
Hay que merecerlo.
Ser digno
bajo la cascada de humos
del incensario
de las acometidas
de tantos ocasos.
Acreedor de animales bellos,
enjutos y albos
animales repentinos y melosos.
No, no vale con desearlo
Hay que merecerlo.
Hay que cruzar esos ríos agrios
sin percas doradas,
con mechones entre los dedos,
sin mesarse los nervios .
Hay que haberse alejado
de tus carnes
para que sean tuyas.
Haber sentido el jirón
arrancado
de un costado
con la garra
de mi retina
al dejarla.
Garra de lágrimas
de desconcierto
que se asía
a mí
mi tuétano
y me arrancaba
mucho
pero que mucho
dolor.
Para soñar
sin ceñir los párpados
para ahora reír.
Sin mueca pintada
sin comisura salada
sin culpa perlada
surcando el maquillaje
verdoso.
De la locura
de la amargura
de la pintura verde
del que partió
del que fundió
un patio
colmado de niños,
con una vereda
hacia el norte
con corderos
y limacos
que te miran
reflexivos.
Para poder respirar
a bocanadas
tan solo con levantar
la mirada
a media hasta.
Si es que no basta
con desearlo
hay que merecerlo
Hay que haber palpado
la parca
fría, suave
quieta, fea
en su cama
con la cara descansada
por fin.