Con el peso de los años en la loza,
la lluvia limpiando mi memoria
y los seres ambulantes paseando
por los callejones, otro día es.
Desdichados y felices andan
de aquí para allá, siempre
ocupadas sus mentes están
en asuntos livianos volarán.
Siento el frío de un helado
al caer sobre mi espalda,
el calor de una casa al arder
consumida por las llamas.
Y los cantos estridentes
de las sirenas recorren
los rincones de mi mente
y se detienen abruptos.
Seres rojos y azules llegan
se detienen frente a una casa
la empapan a manguerazos
mientras mi dolor se aplaca.
Han pasado dos días...
ya no siento el ardor
y los seres rojos y azules
no han vuelto a ese rincón.
De ese día solo quedan escombros,
hollín, paredes negras y muy en el fondo
un alma que aún espera... ser rescatada.